Qué gozo tan grande es ver a nuestros hijos felices, jugando y creciendo; nuestro corazón se ensancha. Pero qué difícil es el torbellino de emociones que nos invade cuando vemos sus ojitos tristes.
Lo digo porque así fue mi experiencia, en especial con mi hija.
Ella tenía cerca de 5 años y recibí el regalo que les voy a compartir.
Una mañana ella estaba muy molesta, hasta rabiosa. Me senté a su lado en el piso sin mediar palabras. Poco a poco nos fuimos acercando hasta que se sentó en mis piernas y yo la abracé con gran amor.
Comencé a susurrarle con mucho cariño:
Respira, poquito a poco, cierra tus ojos.
Estoy a tu lado.
Respira por la nariz.
Sopla el aire por tu boca como si llenaras un gran globo de esos de piñata.
Vamos de a poquito
Respira por tu nariz, muy profundamente.
Sopla tus miedos dentro del globo.
Respira y sigue soplando por la boca, llenando el globo.
Que tus miedos salgan de ti, y así vas a tener más espacio para tu Luz.
Siente el calor tierno y amoroso que llena ese espacio.
Al soplar, el temor sale de ti.
Siente que un aire puro y cariñoso va a tu corazón y retira el dolor.
Sopla el dolor dentro del globo.
Ves que tu Luz que se había hecho pequeña empieza a crecer y brillar.
Tiene un color muy especial. Es dorada y brillante.
La oscuridad se aleja. Sale de ti... se va al globo... que cada vez es más grande...
Todo el dolor, el miedo, la soledad, la tristeza, se quedan dentro de ese globo mágico.
Siente lo hermosa y valiosa que eres... y ves cómo la situación se va hacia el globo...
Ves cómo se va alejando de ti... y lo dejas que se vaya.
Ya sientes que el globo quiere irse... comienza a subir... lo dejas ir... se aleja cada vez más...
El globo se hace más pequeño...
Tu Luz brilla más y más.
Tu Luz brilla y cubre todo tu SER, vibras en Paz.
Vamos a respirar juntas 3 veces.
Abre tus ojitos... y siente el amor que hay en ti.
Al terminar mi última palabra nos abrazamos y sus ojos brillaban como dos luceros... se levantó y salió corriendo a jugar.
Mis ojos también brillaron y un sentimiento de gratitud infinita, a cada una de las palabras, llenó mi corazón.
De ahí en adelante ya sabíamos qué hacer cuando esas nubes oscuras ocultaban su SER.
Sencillamente nos sentábamos muy abrazadas y repetíamos las palabras que tanto nos habían ayudado.
Deseo que esta meditación basada en esta experiencia con mi hija sea tan útil para ustedes como fue para mí. Cuando tengan la oportunidad de hacerla, vívanla con ellos.
Con mucho cariño.
Ceci Rivero
Cecilia Rivero
Cecilia Rivero ha ayudado a mejorar la vida de muchas personas llevando los programas de SFK Internacional a Guatemala, Venezuela, Costa Rica, República Dominicana y Perú, apoyando el continuo enriquecimiento de la comunidad de facilitadores de SFK en toda América Latina.
Para Cecilia conectar y cuidar al niño interno es una herramienta de superación personal. A través de los programas de SFK, Ella ha guiado a muchos niños y mujeres en su viaje hacia una vida más feliz y más plena.